martes, 10 de marzo de 2015

HISTORIA DE UNA PERSONA CON TDAH.


Os dejamos una emotiva reflexión sobre el trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH), narrada por un joven que lo vivió en primera persona. No dejéis de leerlo, nos ayuda a entender mejor el particular universo de los que padecen este trastorno y, por supuesto, a ayudarlos y acompañarlos en su experiencia.
YO NACÍ CON UNA DISCAPACIDAD INVISIBLE.
Imagínense lo que se siente no saber cómo comunicar tus pensamientos, tus sentimientos o tus ideas. Tener los conceptos corriendo por toda tu cabeza, pero no la habilidad para comunicarlos, imagínense que no pueden hablar o escribir en la forma que los demás lo saben hacer.
Intentar hacer un resumen del libro que te tardaste más de un mes en leer y que la maestra no le entienda nada, que todas las ideas están desorganizadas y que está lleno de faltas de ortografía. Y después de que le dedicaste más de 4 o 5 horas a la tarea se te olvida en la mesa de la cocina. Imagínense tener que repetir la mayor parte de los trabajos varias veces por que está sucio, le falta estructura, se te olvidó la fecha o ponerle título y por supuesto que la maestra lo identificará por tu mala letra, o por que era el único que no traía nombre.

Mi vida escolar fue muy desagradable: No entendía bien lo que leía, las matemáticas me parecían cuentos de extraterrestres, la maestra de 5° año me pedía que escribiera el número 2.543 y yo lo escribía pero no era ni parecido. Odiaba los quebrados, no le encontraba ningún chiste a pasármela cortando pasteles imaginarios en trozos iguales, si lo importante era comérselo ¡y ya!
Nunca pude quedarme sentada, sin moverme ni siquiera un ratito. Mis maestras me decían que si tenía chinchetas en el asiento o que qué me pasaba, que ya era mayorcito para saber sentarme bien y respetar el trabajo de los demás. Molestaba a los demás con mis ruidos, no los dejaba concentrarse o prestar atención, y como yo nunca había experimentado lo que era eso de concentrarse o prestar atención me preguntaba ¿a quién se la presto?, ¿sería un material escolar que seguramente ya había perdido y que ni  me había dado cuenta?

 No entendía lo que nos decían los maestros, casi siempre llevaba a la escuela una tarea que no tenía nada que ver con la que mis compañeros hacían. En las clases soñaba, me fluían mil ideas. Sí estábamos tratando el tema de los ríos entonces mentalmente me ubicaba en alguna historia que me había pasado con anterioridad y de repente cuando regresaba de mi recuerdo ya estaban mis compañeros realizando un ejercicio de matemáticas. Siempre me pregunté ¿Cómo, a qué hora cambiaron de actividad?, y ¿Por qué no me avisaron?
Por supuesto que me la pasaba castigado, haciendo páginas y páginas. Repitiendo sin cesar las tablas de multiplicar, para que al día siguiente… se me olvidaran. Si, si me distraía hasta con el vuelo de una mosca.

 Era muy difícil que me creyeran tantos olvidos, me decían: ¿Qué te pasa?, ¡No eres tonto para lo que quieres!, ¡Sí tu quisieras tú podrías lograrlo todo, tu podrías ser el primero de tu clase!, ¡Lo que pasa es que no le echas ganas…Apúrate!
Todavía hoy cuando oigo esas palabras me retumban los oídos. ¡Por supuesto que SÍ quería sacarme buenas calificaciones!, ¡Por supuesto que prefería pasar de año a repetir!, Me gustaba jugar y no estar castigado todo el tiempo, pero ¿Realmente sería YO un tonto?, me lo cuestionaba muchas veces, bueno… y hasta me lo llegué a creer durante muchos, muchos años.

 Ahora se preguntarán, ¿Y para qué era bueno? Hacía las mejores travesuras, me encantaba patinar, andar en la bici, construir avalanchas, organizar fiestas, contar chistes y disfrazarme.

 Siempre fui el más audaz entre mis compañeros y mis vecinos. Me atrevía a todo, a copiar en los exámenes, a retar a los maestros, a participar en las carreras de motos, todo esto y más, propició que tuviera muchos amigos y amigas, me consideraban “raro”, pero les caía bien.

 Como me tiraron de 13 colegios, eso me permitió conocer a muchas personas, me ayudó a ser una persona sociable, dinámico y que contaba con un sinfín de experiencias. Me facilitó a entender y a no tenerle miedo a los cambios. Volé lejísimos con mi imaginación, era muy creativo y por lo tanto no me aburrí nunca.

 Siempre he dormido muy poco, eso me ocasionó muchos problemas con mis padres, pero era el único momento donde yo podía hacer lo que me gustaba: Dibujar, bailar, cantar enfrente del espejo, sentirme artista y soñar con que llegaba un hada y mágicamente acababa con mis problemas escolares. Recuerdo que en esas noches, yo solo en mi cuarto no me sentía juzgado, criticado y sobre todo nadie me decía que estaba perdiendo el tiempo.
Pero… ¿Qué es perder el tiempo? ¿Hacer lo que yo sabía hacer? ¿Hacer actividades que no eran “calificables”?, ¿Eso es perder el tiempo?

Siempre sentí que no le daba gusto a mis maestros ni a mis padres, ellos esperaban más de mí, pero yo no sabía como hacer las cosas para que me salieran como ellos querían. Poco a poco me di cuenta que YO necesitaba hacer más cosas que los demás: Organizarme, llevar una agenda, aprender a leerla, proponerme oír una clase aunque fueran sólo 10 minutos.
Aprendí a conocerme y a saber que mis períodos de atención eran mejor por la noche. Aprendí que EL NO ENTENDER NO SIGNIFICA SER TONTO. Aprendí que QUERER NO SIGNIFICA PODER, sino que no podía porque no sabía cómo y que en muchas ocasiones lo que me faltaba era sólo entender las instrucciones.

 Ahora que soy adulto, todavía me pasan mil cosas, pero he aprendido también a reírme de ellas, ¡No pasa nada!, lo vuelvo a intentar, y si no sale pues pido ayuda. Me sigue costando mucho trabajo organizarme, escuchar una instrucción completa, darme cuenta de cuando estoy distraída, sigo siendo intolerante e impaciente.

 Sí, aprendemos de manera distinta, miramos al mundo con otra lupa, pero somos muy inteligentes, muy creativos, perspicaces y sobre todo tenemos una gran capacidad de aprendizaje.

 El Trastorno por Déficit de Atención es una INCAPACIDAD INVISIBLE para los demás pero
dolorosamente, demasiado visible para quienes lo vivimos.
Yo los invito a ver más adentro de cada persona y así dar lo mejor de nosotros para ayudar a ser mejores personas.