martes, 26 de mayo de 2015

CÓMO AYUDAR A LOS NIÑOS A SUPERAR LOS MIEDOS INFANTILES.

El miedo infantil es un fenómeno universal, lo encontramos en todas las épocas y culturas. La única explicación que dan los expertos a esta regularidad es que el miedo debe tener un importante componente de valor adaptativo para la especie. Es decir, que estas sensaciones desagradables que experimentan los niños al sentir miedo, cumplen una función de supervivencia ya que serviría para apartarlo de situaciones de peligro (lugares oscuros, animales grandes, fuertes ruidos, etc).
Además, hemos de tener en cuenta que estos miedos pueden considerarse “normales” a cierta edad, siendo la tendencia natural que vayan desapareciendo progresivamente.  Sin embargo, cuando este miedo es desadaptativo (no obedece a ninguna causa real de peligro potencial o se sobrevaloran las posibles consecuencias) y no se supera con la edad, el resultado es un enorme sufrimiento (fobia, ansiedad), por parte del niño que lo padece y sus padres. El miedo, puede entonces condicionar su funcionamiento y alterar sensiblemente su capacidad para afrontar situaciones cotidianas (ir a dormir, ir a la escuela, estar sólo, etc.).


En estos casos los padres podemos actuar teniendo en cuenta una serie de orientaciones, aunque es conveniente que se consulte con un especialista en el tema, que pueda hacer una valoración y un diagnóstico del problema que tiene cada niño y cómo podemos solucionarlo.
 
Entre estas orientaciones para ayudar a los niños a superar el miedo infantil podemos mencionar:
 
– Mantener la calma. Los padres hemos de vivir  la situación del niño con tranquilidad, sin mostrar (al menos delante de él) preocupación o angustia. No olvidemos que somos el modelo del cual aprenden los comportamientos que observan en nosotros. Los padres excesivamente preocupados pueden ser un mal modelo y aumentar la tensión. Hemos de mantenernos tranquilos y de esta manera también provocaremos en el niño tranquilidad.
 
– No debemos forzarlo a hacer aquellas cosas que le provocan temor. Deberemos procurar situaciones en las que se enfrente a lo que le atemoriza de forma progresiva, para que vaya cogiendo confianza en sí mismo, y con ella, perdiendo sus miedos.  Si un niño tiene miedo a la oscuridad, no podemos dejarlo en su habitación a oscuras, sino que iremos paulatinamente bajando la intensidad de la luz hasta que se acostumbre a la penumbra, y de ahí podremos pasar a apagar las luces para ir a dormir. Este proceso puede durar días, y hemos de tomarlo con calma, hablando con él o ella y tranquilizándolo si tienen miedo, y reforzando su actitud positiva con un premio de su agrado.  La solución a los miedos no es evitarlos sino enfrentarnos a ellos. Sin embargo, en el caso de los niños, debemos hacerlo con calma y con mucho sentido común. Debemos utilizar el juego y la imaginación.
 
– Mostrar el ejemplo es una técnica muy efectiva. Si uno de los padres hace de él/ella escenificando la conducta que teme (entrar en la habitación sin luz), y de esta manera mostrar a los niños que no pasa nada. Aún es más efectiva esta técnica cuando quien lo hace es otro niño, ya que se sienten más identificados con sus iguales.
 
– Jamás debemos castigar, ridiculizar, y mucho menos reírse de él/ella. Los estímulos que reciba deben de ser siempre positivos. De otra manera aún aumentaríamos más la sensación de angustia que tiene.
 
– Debemos evitar que entre en contacto a través de películas, de juegos, o de situaciones cotidianas, con la violencia, con el miedo, etc.
 
– Realizar con los niños alguna técnica de relajación les ayuda mucho a calmarse y a escuchar lo que tenemos que decirles, sin que lleguen a bloquearse y no atiendan a razones.
 
Las técnicas citadas son orientativas. Es básico tener en cuenta la edad, el entorno y los miedos específicos que sienten los niños. Cuando los miedos son más severos, persistentes y alteran significativamente el funcionamiento del niño en su entorno familiar, escolar o social, podemos encontrarnos con trastornos que ya no formarían parte del ciclo evolutivo “normal” sino que deberían ser objeto de tratamiento especializado (fobias específicas, trastornos de ansiedad u otros). En estos casos debemos consultar siempre con un especialista en el tema.