La aparición del lenguaje es uno de los aspectos más
llamativos e importantes en el desarrollo de los niños y niñas. Se tiende a
comparar entre unos y otros y a fijar una conducta individual como una “norma”
fija y estática en la edad cronológica de los pequeños, sin respetar
características individuales.
Esta metodología no es del todo incierta ya que
no se puede negar que lo patrones de desarrollo permiten a los profesionales de
la educación detectar precozmente alteraciones que puedan aparecer en el desarrollo
de sus alumnos y actuar en consecuencia y de manera preventiva.
Pero por otro
lado, es igual o más importante saber ser flexible con todo esto. Una de las
cualidades que debe tener un buen profesional de la educación es saber respetar
el ritmo de desarrollo de cada niño y niña y tener en cuenta que dichas
“normas” de desarrollo se deben utilizar como comparativa pero con una visión
que permita dejar un margen de edad con el que se pueda respetar dicho ritmo.
En general las etapas de la adquisición del lenguaje en
los niños es la siguiente:
A los 3 meses de edad.
La mayoría de los bebés arrullan o tararean a esta edad.
También desarrollan diferentes tipos de gritos de acuerdo a sus necesidades, el
grito de protesta es como el de un adulto favorito cuando abandona su línea de
visión y puede ser diferente de la que es producida por el hambre.
A los 6 meses de edad.
A esta edad el bebé tiene más probabilidades de ser
gorgoteo y también puede probar algunos sonidos que, pueden sonar como sílabas
repetitivas. Los sonidos o gruñidos pueden indicar diferentes emociones, es
decir, desde una carcajada de alegría, hasta un gruñido de disgusto.
A los 12 meses de edad.
La mayoría de los bebés se las arreglan para decir su
palabra monosilábica por primera vez, cuando tienen unos 12 meses de edad, en
su mayoría son las palabras simples como mamá, papá, agua y así sucesivamente.
A esta edad la mayoría de los bebés parecen estar
interesados en oír y escuchar las palabras, las voces, las cadencias y los
sonidos que suelen tratar de imitar, a menudo con resultados deliciosos.
A los 18 meses de edad.
Muchos bebés cuando ya tienen un año y medio, pueden
decir que un puñado de palabras y tal vez apuntar a partes del cuerpo
correspondiente o, los objetos externos cuando se les solicite. A esta edad,
reconocen un montón de palabras y nombres y pueden ser capaces de decir en
realidad una mayor cantidad, que puede ir desde ocho a 10 palabras simples.
A los 24 meses de edad.
A esta edad, la mayoría de los bebés avanzan rápidamente
con el habla y los padres pueden estar encantados de encontrar que el bebé dice
palabras nuevas prácticamente todos los días. A los dos años de edad, el bebé
puede decir pequeñas frases uniendo dos o más palabras y llega hasta mejorar la
comunicación de acuerdo a sus necesidades.
Mientras que las etapas anteriores son indicativas de
progreso de un niño medio, no puede haber ningún problema en absoluto con un
niño en el cual la aparición de las diferentes etapas parece ser más lenta. Hemos de recordar que cada niño tiene su
propio ritmo de adquisición del lenguaje.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, hemos de deducir que
una buena estimulación temprana, condiciona el momento y la calidad de la
aparición del mismo. Con algunas pautas de actuación podemos ayudar a los
pequeños en este proceso natural.
Algunas de las pautas que los expertos aconsejan para
llevar a cabo con los niños, y de esta manera estimularlos son las siguientes:
1. Escúchale y háblale. Es importante que exista
comunicación oral con los pequeños ya
que la falta de esta puede dar lugar a dificultades posteriores tanto en el
aprendizaje como en el habla.
2. Cántale. Si estas canciones van acompañadas de gestos
mejor, ya que así se tanto favorece la adquisición y comprensión del lenguaje,
como la imitación.
3. Repite los sonidos que reproduzca, aunque estos no
tengan significado. Así se puede establecer un juego en el que el niño obtiene
“algo” satisfactorio para él, como es la atención de sus padres, lo que
refuerza la aparición y uso del mismo.
4. Exagera la vocalización, ya que le resultará más fácil
observar el detalle de cada sonido y así poderlo imitar.
5. Juega con él o ella a reproducir sonidos de animales u
objetos (onomatopeyas). Estas suelen ser de fácil reproducción y a los peques
les divierte mucho.
6. Es importante que el vocabulario, poco a poco, vaya
siendo más amplio, tanto en expresión como en comprensión, por lo que es muy
importante que le vayamos indicando el nombre de cada cosa que este en su
alrededor en su vida diaria. Aunque parezca una actividad repetitiva, el
resultado suele ser que el niño comprende y expresa fácilmente todo lo que le
rodea y de una manera natural y espontánea.
7. Háblale mientras realizas cualquier actividad
rutinaria. Es importante que les hagamos participes de las actividades diarias,
pues en esos encuentros espontáneos es donde el pequeño aprende más fácilmente.
8. Cuéntale cuentos e historias cortas. Si estas historias
las acompañas de imágenes te aseguraras que el niño lo comprenda mejor. Además
en esta historia puedes introducir sonidos que estimulen la imitación y así
favorecer el lenguaje expresivo.
9. Evitaremos un lenguaje infantilizado y el entender
“todo” lo que nos dice (todo lo que este mal pronunciado). Hay que obligarle un
poquito a que vaya pronunciando cada vez mejor las palabras y sobre todo no
adoptar nosotros de ellos palabras que utilice dentro de su “jerga infantil”,
pues entonces estaremos favoreciendo su permanencia.
10. Motívale, haz que tenga interés por contarnos cosas y
por hablar. Es importante dejar su espacio de tiempo para que él hable, aunque
inicialmente sean balbuceos. Pregúntale cosas y déjale tiempo para contestar.
Fuente: http://actividadesinfantil.com/archives/6357